LUIS APARISI, EL RESIDENTE CORAJE

Luis, el usuario de la Residencia de Carlet tiene el coraje, la decisión y el valor de denunciar las injusticias que se están cometiendo con los residentes, hasta las últimas consecuencias.

Hace unos minutos (en el momento de escribir esta nota) que he llegado de Carlet donde he participado en el acto de solidaridad con Luis y, al entrar en casa, mi mujer me ha preguntado “¿qué tal la concentración?” Tengo la sensación de haber regresado a los últimos años de la dictadura, le he contestado preocupado. Entonces, nos personábamos a las puertas de los juzgados para que soltaran al compañero demócrata detenido que ni le decían ni nos decían el por qué, ni nos daban el expediente, ni nos leían los derechos del ciudadano amigo. Oscuridad, silencio, traslados obligados por ordeno y mando.

Ahora hemos ido a Carlet para que permitan entrar en la Residencia de la Conselleria a un jubilado que lleva más de cinco años viviendo en ella, desde que regresó de Guinea, como indigente, él que era un próspero empresario de la madera y otro dictador se lo robó todo, que ha sido dos veces elegido por mayoría como presidente de la junta de usuarios, el cual no ha podido conseguir aún el Reglamento Interno de funcionamiento de la Residencia, que no le han dado copia del expediente, que le obligan a cambiar de residencia cuando tiene en Carlet a sus amigas y amigos. Y todo ¿por qué?

El que debería ser una gran ayuda para un director de cualquier Institución pública de Servicios Sociales en época democrática, por su participación, por su sentido crítico, por exigir el cumplimiento del pliego de condiciones firmado entre la Conselleria y la empresa que sirve la comida, por controlar que se gaste bien el dinero público poniendo la calefacción antes que construir un aparcamiento, que se compren unas buenas cortinas que protejan del sol a los residentes o que se repongan los 30 colchones que hacían falta y no comprar ciento y pico colchones duros como una piedra, se ha convertido en un problema para la administración autonómica del PP. Por ser un ciudadano consciente y colaborador con la administración del centro residencial, por eso lo han tirado a las tinieblas exteriores, frías y solitarias. Cuando en las capitales, los servicios municipales o las entidades de caridad están estos días recogiendo a los indigentes que duermen en la calle, la Conselleria del PP soluciona un problema de una residencia con el ciudadano en la calle y los representantes de los ciudadanos bien calientes en sus despachos. La suerte que tiene Luis es que la Ley de la Dependencia le da la razón y tiene todos los juicios ganados ya en base a la Constitución, al Estatuto de Autonomía y al más elemental sentido de humanidad. La Conselleria ha perdido los papeles y ahora quieren desacreditar el “residente coraje”.

Podemos tener la tentación de pensar que un jubilado que mete tanto jaleo y que se convierte en la mosca cojonera de una residencia no debe estar bien de la cabeza. Este pensamiento es un insulto a la tercera edad. Yo, cuando esté en la residencia, quiero ser como él. La lucha contra las injusticias y por la calidad de vida de los que lo han dado todo por la familia, no tiene edad.

La Plataforma de la Ribera por la aplicación de la Ley de la Dependencia ha organizado unos apoyos semanales al “residente coraje”. Ya comunicaremos el día y la hora de la visita semanal a Carlet. Luis, estamos contigo.

Xavier Cantera